La pesca industrial del camarón pomada en el Ecuador se inició en 1960 en el Golfo de Guayaquil, producto del desarrollo de la industria camaronera. En la actualidad, esta actividad ha tomado mayor importancia comercial, dados los beneficios económicos que representa para el país.
De acuerdo al Instituto Público de Investigación de Acuicultura y Pesca (IPIAP), se estima que la pesquería de esta especie genera alrededor de 1.200 puestos de trabajo indirectos, especialmente a mujeres en el procesamiento del camarón. La producción promedio anual de este crustáceo fue de 6.500 toneladas métricas en el periodo de 2007-2019.
El Instituto señala que la actividad genera ingresos anuales de entre 4,5 y 5 millones de dólares, así como una utilidad operativa de 1 millón para la flota, gracias a las exportaciones al mercado de los Estados Unidos y la Unión Europea, lugares donde se destina el 75% de los desembarques.
David Chicaiza, investigador pesquero del IPIAP, afirma que, si bien esta pesquería tiene una alta importancia comercial, ésta también ha generado una mayor capacidad extractiva y por consiguiente el aumento de la presión sobre el recurso.
Los efectos negativos de la explotación han motivado a que se implementen medidas de ordenamiento, una de ellas el control de naves pesqueras. Hasta 1980 la flota industrial dedicada a esta faena alcanzó los 74 barcos, desde entonces ésta ha disminuido hasta los 39 barcos autorizados y, alrededor de 1.000 bolsos artesanales aprobados para ejercer.
Una de las iniciativas más recientes para buscar la sustentabilidad de la pesquería de camarón pomada se dio el año pasado, con la firma del convenio para el desarrollo del proyecto de mejoramiento pesquero FIP (Fishery Improvement Project) entre el IPIAP y Natluk. La iniciativa denominada ‘Ecuador Gulf of Guayaquil titi shrimp – bottom trawl’, es apoyada y financiada por la empresa privada y se enmarca en el proyecto multisectorial ‘Cadenas Mundiales Sostenibles de Suministro de Productos del Mar’. Está cofinanciado por el Fondo Mundial para el Medioambiente e implementado en Ecuador por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca y el Sustainable Fisheries Partnership.
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El plan busca que la industria pueda certificarse bajo el estándar de Marine Stewardship Council (MSC). Para este propósito se identificó como rutas críticas para la sostenibilidad de la pesquería la necesidad de mejorar el conocimiento científico sobre el estado de explotación del camarón pomada, la evaluación de los impactos ambientales de la actividad y el diseño de estrategias para su mitigación y la gobernanza. Asimismo, se identificó la necesidad de buscar mejoras en el ordenamiento y control de las medidas que regulan la captura para prevenir y luchar contra la pesca ilegal, no declarada, no reglamentada.
El investigador del IPIAP recalca que, para tener un buen manejo de los recursos y sus pesquerías, es necesario contar con un sistema de colección de datos biológicos pesqueros que integren en lo posible varias fuentes de información.
“El objetivo del proyecto de mejora para la pesquería del camarón pomada con redes de arrastre de fondo, consiste en fortalecer la estrategia de aprovechamiento, incorporar reglas de control de captura y adecuar el sistema de gestión para alcanzar en el mediano plazo una certificación estándar del MSC”, detalla Chicaiza.
Verónica Dahik, gerente general de Natluk, remarca que actualmente la certificación MSC es requerida a nivel global para los recursos marinos y que, si no se la obtiene, con el tiempo se irán cerrando las puertas para el sector, volviéndose menos competitivo ante otros mercados y pesquerías que sí la tienen.
“Esto toma tiempo y esfuerzo de todos los actores de la cadena. El FIP maneja un plan de trabajo que evalúa el stock del producto, temas ambientales, de gobernabilidad, biológicos, entre otros, para el manejo adecuado del recurso, asegurando que lo tengamos a perpetuidad”, explica.
Dahik asegura que en los últimos años los diferentes actores de la cadena productiva del país han realizado acciones para la conservación de la especie. La flota pesquera, por ejemplo, trabajó con la WWF para desarrollar bitácoras electrónicas de control, el ente además se reunió con los pescadores artesanales de bolso para organizar y regular su trabajo para que éste no afecte al camarón.
El Gobierno, por su parte, está actualizando el Plan Nacional Pomada que regula y mejora las condiciones de este recurso, pero que estas iniciativas no logran los resultados esperados.
Natluk cuenta que, siguiendo las tendencias mundiales, un grupo de exportadores se reunió para iniciar un proyecto de mejora de pesquería, el cual espera la participación positiva de pescadores, armadores, comerciantes, procesadores y exportadores. Dicha unión se ha demostrado con las vedas voluntarias realizadas en los dos últimos años.